Una muestra y un encuentro en el Meeting de Rimini sobre la experiencia de las APAC, estructuras carcelarias sin guardias ni armas, dónde los condenados son llamados por nombre y tratados como personas.
Entre el 19 y 25 de agosto se ha llevado a cabo la trigésimo séptima edición del Meeting para la amistad entre los pueblos bajo el lema “Tú eres un bien para mí”. Entre las conferencias e eventos presentados se ha destacado la muestra “Del amor nadie huye”, organizada por Fundación AVSI y AVSI Brasil. Diseñada para presentar el modelo carcelario brasilero de las APAC, la muestra propuso un recorrido entre la ideología y las experiencias de vida que han llevado a la afirmación de estas estructuras.
Las APAC toman el nombre del organismo que las gobierna, la Asociación de Protección y Asistencia a los Condenados y son centros de recuperación de gestión privada que transforman el tradicional concepto punitivo de prisión, basándose sobre el reconocimiento del error, la autodisciplina y la decisión a realizar un cambio. Los reclusos toman el nombre de “recuperandos” y son condenados por delitos de diversa gravedad (desde ladrones a violadores y asesinos) que hayan cumplido una parte de su condena. La metodología APAC apunta al involucramiento de la familia, a la participación de la comunidad, a la atención a la salud y a la ayuda mutua entre condenados, dentro de un contexto de religiosidad, respeto y confianza. En las estructuras no hay guardias, armas y corrupción, las llaves de las celdas son custodiadas por los mismos reclusos y se realizan diariamente actividades formativas para que los reclusos aprendan una mansión. Hay espacios con dimensiones humanas, y los colores predominantes son el blanco y el azul para recordar constantemente el cielo. Muchas veces, como se reprodujo simbólicamente en la muestra organizada por AVSI, en las paredes de las APAC se leen mensajes como “aquí entra el hombre, el delito se queda afuera” o “un hombre no es su error”. ¿Pero cual es la clave de éxito de estas estructuras?
Lo explicó muy claramente Fabrizio Pellicelli, presidente de AVSI Brasil, cuando evidenció el hecho que “no es el Estado quien decide si abrir una cárcel APAC o menos, es la sociedad civil que lo hace”. Estas estructuras responden a una exigencia que nace desde abajo, como objetivo de la comunidad de reeducar a los condenados y no solamente castigarlos privándolos de su libertad. No es una casualidad que uno de los requisitos necesarios para que un recluso pueda acceder a una APAC sea que su familia resida en la zona.
Dentro de un sistema que falla, como él sistema punitivo carcelario, las comunidades locales pueden descentralizan la construcción de cárceles a favor de centros pequeños, asumiendo de forma directa la responsabilidad del recupero de los condenados. “En el estado brasilero de Minas Gerais, las instituciones han reconocido el valor de estas obras”, ha afirmado Pellicelli, aunque la mayoría del trabajo es llevada a cabo por parte de los voluntarios y condenados.
Los principales indicadores de éxito de estas estructuras, que al día de hoy son alrededor de 50 en todo Brasil, son el bajo numero de revueltas y evasiones y, sobre todo, el bajo indice de reincidencia de los condenados, que no llega a un 20% contra un indice nacional que supera el 80%.
En 2006 Fundación AVSI conoce a las APAC y decide volverse partner de la Asociación de Protección y Asistencia a los Condenados para acompañar la formación laboral de los condenados.
”Acá nos tratan como personas y no como animales, nos llaman por nombre en lugar que identificarnos con un numero”, cita uno de los testimonios presentados en la muestra.