Compartimos un artículo escrito por el secretario general de AVSI, Giampaolo Silvestri, y publicado en el diario Corriere della Sera en el marco de su participación en un evento del alto nivel del G7 sobre desafíos educativos.
Ojear los periódicos nos obliga a la confrontación diaria con una realidad caracterizada por el estallido de conflictos cada vez más cobardes: la guerra está sembrando la destrucción humana que es preciso atajarla de inmediato, con medidas inmediatas pero capaces de mirar a largo plazo.
Esos niños que hoy vemos heridos por los bombardeos en el Líbano, por citar sólo los últimos, deberían estar en la escuela, acogidos y apreciados en su singularidad. Y los pequeños niños libaneses son sólo una parte de una población de doscientos cincuenta millones de niños en el mundo que no van a la escuela. ¿Cómo quedarse quieto ante semejantes datos?
Sólo la educación es capaz de influir en su destino, de cambiar a mejor su vida y la de la comunidad a la que pertenecen. Pero debemos pensar en la educación en un sentido auténtico. Aprender es un acto humano, no reducible sólo a la adquisición de competencias técnicas o contenidos académicos, implica a toda la persona: razón, corazón, relaciones interpersonales.
Uno conoce y aprende cuando se siente reconocido y valorado por lo que es. Lo hemos comprobado en cientos de proyectos educativos realizados en más de cincuenta años de presencia en contextos de desarrollo y emergencia: sólo la educación entendida como un proceso integral que forma personas conscientes del valor de sí mismas y de los demás, que deben ser respetadas en todo momento, tiene un impacto auténtico y duradero.
Esto es cierto en los países del G7, en África y Oriente Medio. Nunca se puede ceder a la violencia ni a las condiciones más desesperadas. Incluso cuando parece que hay otras prioridades, es necesario invertir en programas educativos -integrados con otras intervenciones- que lleguen a quienes se encuentran en las situaciones más difíciles.
En Líbano, por ejemplo, hemos implantado en los últimos años un método de enseñanza híbrido (presencial y virtual) para ofrecer a 7.000 niños refugiados sirios y niños de la comunidad de acogida un sistema de tutoría basado en una alianza entre profesores y padres.
Ver ahora esos lugares bombardeados y destruidos nos convence de que no podemos abandonar ahora el compromiso con la educación, sino relanzarlo, y nos insta a presentar recomendaciones muy concretas a la reunión del G7 en nuestro país.
Debemos y podemos construir un nuevo sistema educativo
Aumentemos el número de escuelas y hagámoslas accesibles y seguras, apoyemos a los profesores que tienen que gestionar clases de hasta 200 niños de diferentes edades y con experiencias traumáticas: formémosles para asegurarnos de que no están solos, ofrezcámosles herramientas para ayudarles a encontrar formas creativas de entusiasmar a los alumnos con el aprendizaje, y hagamos que sus salarios sean decentes.
Necesitamos fondos, y muchos, pero deben gastarse mediante una acción coordinada de las instituciones estatales y locales, las comunidades locales, las familias y los profesores, y las organizaciones de la sociedad civil: trabajemos juntos como un todo unificado, y reconstruyamos redes sociales que permitan a los niños sentirse parte de esta comunidad: creemos espacios seguros donde puedan jugar, estudiar y desarrollar relaciones positivas también con adultos de referencia, un activo necesario.
Es esta educación, basada en la certeza del poder transformador de las relaciones humanas, la única capaz de generar paz y desarrollo sostenible para todos a lo largo del tiempo. De construir la sociedad justa e inclusiva a la que aspiramos.
Giampaolo Silvestri
Secretario General de AVSI
*Traducido al español