El evento se desarrolló bajo el título “Democracia, derechos humanos e inclusión social. Camino a los 100 años de la Reforma Universitaria” del 7 al 9 de septiembre en la Universidad Nacional del Litoral. Participaron expositores de distintas universidades y asociaciones civiles de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Bolivia y Uruguay.
En el III Congreso de Extensión Universitaria de AUGM presentamos el proyecto de extensión “Enseñar y aprender a estudiar” que llevamos adelante, a partir del 2010, junto a la Universidad Nacional del Litoral con el objetivo de responder a las necesidades de apoyo escolar y contención social manifestadas por las instituciones escolares involucradas en el programa de Padrinos Solidarios. En este recorrido, a lo largo de seis años, alrededor de 200 voluntarios universitarios han podido poner en práctica sus saberes y canalizar su compromiso social acompañando a más de 1000 adolescentes desde sus áreas de formación académica.
El proyecto ofrece a voluntarios universitarios dotados de un fuerte compromiso socio-educativo la posibilidad de acompañar en el aprendizaje a jóvenes adolescentes que se encuentran en contextos escolares de vulnerabilidad social. Este año 25 voluntarios colaboraron en dos instituciones secundarias de la ciudad de Santa Fe: la Escuela de Educación Secundaria Orientada y Modalidad Técnico Profesional Particular Incorporada N°2025 Ceferino Namuncurá, del barrio Yapeyú y la Escuela de Educación Secundaria Modalidad Técnico Profesional N° 481 Esteban Echeverría ubicada al sur de la ciudad. Las áreas didácticas elegidas para el acompañamiento escolar son cinco: ciencias naturales, matemáticas, lengua, ingles y ciencias sociales.
La mayoría de los alumnos que asiste a las escuelas destinatarias vive en situación de pobreza, con padres desempleados o sub-empleados. Muchos no tienen personas adultas dispuestas o suficientemente formadas para ayudarlos y motivarlos en el estudio, y tampoco pueden contar con espacios domésticos idóneos para concentrarse y realizar sus tareas, por lo que su principal espacio de aprendizaje resulta ser el aula. La escuela cubre un rol fundamental para la educación de estos jóvenes, pero al mismo tiempo, los docentes se ven desbordados ante las problemáticas que esta realidad les plantea, asumiendo con dificultad su tarea o sin las herramientas suficientes. Los barrios de pertenencia de las instituciones escolares que estuvieron involucradas en el proyecto a lo largo de estos años se caracterizan en efecto por altos índices de delincuencia, violencia y consumo de drogas, factores que desencadenan graves problemáticas sociales a las cuales las escuelas no son ni inmunes ni impermeables. De a poco las escuelas de los barrios marginales van asumiendo un rol de contención social siempre mayor, viéndose cada vez más dificultadas a realizar sus tareas pedagógicas. Por ello el acompañamiento áulico de estudiantes voluntarios propuesto por el proyecto descomprime la situación, favoreciendo el trabajo docente y el desarrollo regular de las actividades didácticas.
Al ser jóvenes, muchas veces los voluntarios logran además cierto nivel de compañerismo y confianza con los alumnos, llegando potencialmente a generar un impacto positivo en el desempeño escolar y en las elecciones de vida. En este sentido, para el proyecto es muy importante dedicar espacios para el intercambio de experiencias, seguimiento y capacitación de los voluntarios.
Durante la ejecución del proyecto “Enseñar y aprender a estudiar”, a las reuniones de monitoreo y evaluación previstas por el proyecto se ha sumado un curso de capacitación, titulado «Educar al estudio a adolescentes en contextos de vulnerabilidad social: ¿Misión posible?»,dedicado a los voluntarios y docentes involucrados en las actividades. El curso, implementado desde la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL, propone un constante diálogo con los estudiantes involucrados, para acompañarlos en las dificultades que están enfrentando en el contexto social, sea con los alumnos o con los profesores. De dichos encuentros emergen situaciones complejas que arrojan resultados diversos. Si bien por un lado existen casos exitosos donde se pueden encontrar logros personales y colectivos, e incluso una elevada participación de los alumnos, por otra parte existen casos donde hay poca colaboración y comunicación con los profesores sumado a una escasa asistencia de los alumnos beneficiarios. Si al acompañamiento áulico de los estudiantes universitarios, se agregaría un buen diálogo con los docentes, se podrían pensar estrategias para despertar el interés por el estudio en los alumnos beneficiarios. Por eso creemos que proyectos de esta naturaleza son importantes tanto para los docentes, que en contextos complejos necesitan ayuda externa para incidir sobre la educación, como para los alumnos, que pueden ver en los estudiantes universitarios una ayuda y un ejemplo.
A todo esto agregaríamos el inestimable valor del intercambio entre ACDI, la universidad y las escuelas. El trabajo conjunto e interinstitucional hace que estos proyectos sean especiales y constituye el corazón de los proyectos de extensión, es decir la vocación social de la universidad y su voluntad de dialogar con otras instituciones para promover la educación y el conocimiento al fin de adquirir el desarrollo social.
Por ultimo, pero no menos importante, queremos agradecer a todos los voluntarios que a lo largo de estos años participaron en el proyecto.
Un testimonio de Gracia Clerico, docente de la UNL que coordina el proyecto.